AORA, San Pancho

Patrones de hormigón y madera con un presente industrial.

De tierra, arena y sal es la calle bohemia en San Pancho que escala una colina que parece llegar al cielo, pero desciende justo cuando se aleja del mar. En junio, la jungla que envuelve al pueblo nayarita pasa de verde a café, pero no pierde ese viento salado que el mar sopla a su costado. El ritmo se vuelve más lento y los encuentros entre viajeros más esporádicos. Los locales dicen que a veces, es bueno cuando el pueblo se detiene a respirar con un poco de soledad. 

Un columpio rojo, el aroma a mezquite y copal humeante del incienso y una luz tímida dibujan el interior de AORA, un hotel de diseño creado por la firma mexicana de arquitectura, diseño y urbanismo, Estudio Núñez-Zapata. 

Casi al final de una calle de terracería, bicicletas, música y gallinas que hacen su visita una vez al día, la fachada de AORA se cobija entre acabados de madera y boscaje, dos estimados elementos en la costa. Plantas altas, tarros de té, mobiliario de madera y una diminuta sección editorial perfectamente curada componen la recepción. 

Hay entornos pequeños que aunque se encuentren rodeados de mar y selva, nos hacen viajar a las grandes ciudades, de cimientos pesados y esencias neoyorquinas e industriales. Pero este entorno no pierde el minimalismo ni un segundo. Si solo estar fuese el deber-ser, la hospitalidad en rincones de playa se convertiría en otro tipo de filosofía. 

El hormigón es probablemente el material más utilizado en construcción. Desde estructuras hasta bancos de reposo. Los pilares de concreto en la planta baja crean un túnel corto de sol y sombra que recicla la calidez del recoveco de estar en la solitaria frescura de la piscina.

Las ocho habitaciones borran las líneas de inspiración entre continentes. AORA une al eco-minimalismo con un estilo “zen” japonés y al diseño mexicano con un entorno íntimo e industrial. Al mismo tiempo, alude a una mezcla entre el barrio de SoHo en Nueva York con la escena relajada de San Pancho. 

Las noches no olvidan el paisaje fabril de AORA. El sueño reposa en camas amplias dentro de cubículos costeros. Sábanas frías de lino, mesita de diálogos, azulejos verde salvia y cuartos contiguos sobre el grisáceo piso-almacén de las plantas altas.

Desafiar el vínculo entre lo funcional, el origen y lo imaginario requiere de un método especial, eso que en AORA palpita.

Fotografías por Carolina Torres

Anterior
Anterior

Research papers on seaside living

Siguiente
Siguiente

Higos en la mesa